El Mundo Espiritual nunca es puramente mental entre las culturas realistas. Ha de existir un lugar que les permita el acceso a un ámbito diferente de la cotidiana. Un ámbito natural mágico. Los cenotes alimentaron la espiritualidad maya.
La confluencia del agua dulce de los ríos subterráneos con las aguas saladas del mar cre una atmósfera fantástica y alucinante.
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