La Tierra está dividida en capas de densidad creciente.
La Tierra tiene una corteza externa rocosa compuesta por silicatos, el Manto, en estado de lava, y el Núcleo, que está subdividido en dos capas, una externa, muy líquida, mucho más fluida que el manto, y una interna sólida. Pero la viscosidad del núcleo externo, y luego, del manto inferior, provienen del calor del núcleo interno (4.500°C)
La división de la tierra en capas ha sido determinada indirectamente utilizando el tiempo que tardan en viajar las ondas sísmicas reflejadas y refractadas, creadas por terremotos. Las ondas transversales (S, o secundarias) no pueden atravesar el núcleo, ya que necesitan un material viscoso o elástico para propagarse, por lo tanto, el núcleo es sólido.
La velocidad de propagación es diferente en cada capa. Los cambios en dicha velocidad producen una refracción debido a la ley de Snell. Las reflexiones están causadas por un gran incremento en la velocidad sísmica (velocidad de propagación).
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