lunes, 25 de enero de 2010

Testigos

William Hickling Prescott, en su "Historia y Conquista de México", cita haber experimentado “extraños ruidos que conmueven y que venían de la Tierra”, al preguntar su origen, asegura que le respondieron: “Es la voz de los antiguos que se escapa por la vieja red de túneles”.
En su libro "Incidentes de viaje por Centroamérica, Chiapas y Yucatán", el escritor estadounidense John Lloyd Stephens narra que mientras recogía información en Santa Cruz del Quiché, al occidente de Guatemala, un viejo sacerdote español le dijo que “a cuatro días por la carretera que lleva a México, adentrándose al otro lado de la Gran Sierra, hay una ciudad viva, grande y populosa, escondida bajo tierra. Según el relato tradicional de los indios de Chajul, ningún hombre blanco ha llegado jamás a ella; los habitantes hablan en lenguaje maya, saben que una raza extranjera ha conquistado todo y matan a cualquiera que intente entrar en su territorio. No tienen moneda ni otro medio de cálculo, carecen de caballos, ganado, mulas u otros animales domésticos; sólo aves de corral, que guardan bajo tierra.
-Pero, ¿cómo es posible? -le dijo Stephens al sacerdote-. Difícilmente podrían ser capaces de sobrevivir sin la luz del sol.
-Según lo que me dijo un guía indígena, ellos poseen una gran luz que brilla en su mundo subterráneo, cuyo secreto parece ser les fue confiado hace mucho tiempo por los que viven desde antes bajo la tierra -terminó el sacerdote."
En otro pasaje de su libro cita (en Santa Cruz del Quiché) “y debajo de uno de los edificios había una abertura a la que los indios llamaban gruta, y por la que decían se podía llegar a México en una hora.”

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